Vivir es saber elegir. Se necesita buen gusto y un juicio rectísimo, pues no son suficientes el estudio y la inteligencia. No hay perfección donde no hay elección. Ella tiene dos ventajas: poder escoger y elegir lo mejor. Muchos con una inteligencia rica y sutil, con un juicio riguroso, estudiosos y de cultura amena se pierden cuando tienen que elegir. Siempre se casan con lo peor, tanto que parecen hacer ostentación de equivocarse. Por ello, éste es uno de los máximos dones del cielo.